La ópera personal de Ergo Pro

Con Ópera Fidelio, su nuevo disco, el rapero de Madrid cuenta su historia y la del sur de su ciudad.

Santiago Cembrano
Lenguaje Roto

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Todas las fotos son de Aquelarre Atelier

Stanley Kubrick murió el 7 de marzo de 1999, a los 70 años, como uno de los grandes de la historia del cine, hábil en lo técnico y potente en lo simbólico. Cuatro meses después, Warner Bros. estrenó Eyes Wide Shut, la última película del director neoyorquino, protagonizada por Tom Cruise y Nicole Kidman. Es un drama psicológico y erótico en el que él se embarca en un viaje de autodescubrimiento tras enterarse de que ella casi le fue infiel. Para entrar a una orgía en una mansión a las afueras de la ciudad debe revelar la contraseña. Es la que anotó su amigo en una servilleta, el título de una ópera de Beethoven que explora la lealtad y la libertad: Fidelio.

Ergo Pro, hábil en lo técnico y potente en lo simbólico, es tan fan de esta cinta que en 2016 su apodo y nombre en Instagram eran, precisamente, Fidelio. ¡Hey, Fidelio!, escuchaba cuando caminaba por su barrio, San Cristobal de los Ángeles, al sur de Madrid. Años después recordó ese apodo a la hora de titular su nuevo disco: Ópera Fidelio, publicado en noviembre de 2022. Pensó en qué definía al proyecto y se encontró a sí mismo, sus memorias, sus vivencias. “Dije Tronco, este disco va de mí. Soy yo hablando de mi vida desde el inicio hasta el final, con el bolígrafo. No hay nada inventado, ¿sabes?”, cuenta Ergo Pro vía Zoom, encapuchado y sonriente.

Ópera Fidelio, publicado por MG Knowledge, es el segundo disco oficial del rapero madrileño de veintisiete años también conocido Bobby Nigeria. En 2018 se presentó al mundo con la mixtape Bone Fortuna, hecha al inicio de su adultez con contenido que todavía lo satisface, formas de las que se ha alejado y clásicos de su catálogo como “P.L.O. Style”. Dogma (2020) fue su gran debut, un golpe sobre la mesa con el que apuntó a revolucionar paradigmas. Ese fue como su Illmatic y Ópera Fidelio es como su It Was Written: una exhibición más madura que continúa revelando su hábitat con precisión etnográfica. Son cócteles de Sprite con ginebra Larios que amenizan las madrugadas, miradas cortopunzantes si volteas por la cuadra equivocada, niños que no van al colegio y luego entran a las bandas y la determinación hambrienta de conseguir el pan cueste lo que cueste.

— ¿Hace cuánto empezaste a preparar Ópera Fidelio?

— Desde finales de 2019, bro, luego de acabar Dogma. Lo que pasa es que, tronco, nosotros somos underground literal. Yo no tengo estudio, grabo en diferentes lugares. A nosotros nos cuesta un montón en comparación con otros artistas porque el dinero para los masters, los videos, los conciertos, todo, lo ponemos nosotros. Yo flipo, he tenido ruinas e historias por ahí. La portada iba a ser otra, me secuestraron un video… pero no afectó la calidad del producto final. Me alegra que ya esté fuera.

Si Ergo habla en primera persona plural es porque en Ópera Fidelio lo respalda Ill Pekeño, su compañero de MG Knowledge, de la misma forma en que Ergo fue el coprotagonista de Av. Rafaela Ybarra (2020), el EP del Peke con el que se consolidaron como una dupla más temible que Jayson Tatum y Jaylen Brown. Israel B, Dano y Aqeelion, que abrieron la senda por la que hoy corren Ergo y Peke, completan la nómina que hace arder las bases de un equipo liderado por Gese Da O — presente en el universo de Ergo Pro desde Bone Fortuna — y que incluye a C. Spaulding, LOWLIGHT, Manu Beats y Sixteen Summers.

Ópera Fidelio es la banda sonora del sur de Madrid: una obra a a la vez jactanciosa y reflexiva, con destellos líricos de competencia y paisajes profundos que enhebran las memorias de Ergo, como las de sufrir racismo y discrimación; sus descripciones coloridas de su entorno, con más yonquis que entre Lexington y Lafayette en Nueva York; y las aspiraciones por las que trabaja, como pagarle un colegio privado a su sobrina Emma. Con el sonido de Queensbridge como base, Fidelio revela los projects de Madrid y los talla en tu tímpano con un navaja oxidada. Ahí te queda la cicatriz de recuerdo, esto si lo escuchas no lo olvidas.

Si buscas en Google “Polígono Marconi”, los primeros resultados te contarán que es el epicentro de la prostitución en Madrid. También es lo primero que cuenta Ergo, como quien comenta que en la calle de enfrente hay muchas panaderías o peluquerías. Al final de “Aon Wanna Kno” — su “If I Rule The World”, pero con él mismo entonando en el coro y mostrando su lado R&B en vez de Lauryn Hill — se escucha la voz de un hombre que repite la premisa: “Y sobre todo reflejando el tema, aquí en Villaverde, el tema de las putas, ¿sabes? El tema de la calle: la calle es mi perra, tío”. Es uno de los integrantes de Dolcce Rotta, el único grupo de rap de su barrio que Ergo considera que ha tenido un buen nivel, por eso lo referencia y le rinde respeto por abrir el camino. Después de Dolcce Rotta, afirma con seguridad, no ha habido nadie más. Es un linaje corto.

Ópera Fidelio abre con “Riquelme y Okocha”, la última canción que Ergo Pro grabó. Sobre el ambiente gélido diseñado por Gese Da O, Ergo se presenta como el elegido de su barrio. Y así rapea durante las siete canciones del disco, con esa mística que hace de sus versos personales una voz colectiva. “En mi barrio estoy yo hablando de mi barrio. Por eso la gente se ha metido a la movida de MG”, dice en referencia al peso de su colectivo, Mafia Gregoriana. “Hay mucha ruina en Madrid. A mi barrio el Telepizza no venía y no llega el correo. Yo no tengo que vivir en una comuna de Colombia para hablar de mi barrio. En el norte de Madrid están la opulencia y el lujo, al sur de Madrid están la ruina y las bandas latinas”, cuenta. Fidelio agrieta el relato de la capital de España y exhibe sus márgenes, lo que no entra en el circuito turístico y las páginas de Lonely Planet.

Por ir de Polo a clase cuando estudiaba sociología en la Universidad Complutense de Madrid, a Ergo Pro lo llamaban pijo. Daba igual que fuera ropa de segunda que había comprado con esfuerzo, que él fuera un estudiante becado, que explicara el significado de la marca dentro del hip hop. Cuando suspendió una asignatura y perdió la beca, dejó la universidad, decepcionado de los falsos valores de una comunidad que decía ser de izquierda. “¿Me vas a decir que soy un pijo por llevar Polo? Como dice mi madre: Nonsense”. Por eso, en “Riquelme y Okocha”, inmediatamente después de afirmarse como el elegido de su barrio, Ergo afirma que si habla de plata es porque no la ha tenido.

El 1 de noviembre de 2021 renunció a su trabajo de cinco años. Se sentía atrapado mientras le pedían fotos en la tienda por su rap, sin poder dedicarse a él de lleno. Entonces se arriesgó justo antes de empezar una gira con Ill Pekeño. El primer concierto fue sold out. El segundo también. Y así siguió la gira. Al final le entraron 15.000 euros a su cuenta de ahorros. “Fue como Ostia, chaval, puedo vivir de esto. Yo es que soy puto pobre, hermano, entonces fue como Ostia, ¡qué guapo!”. Y así como la plata llegó, se fue, como comenta en “Tercer Filtrado”, un banger con Israel B. No sabe ahorrar, admite, entonces, viajó a Nueva York, compró esto y pagó lo otro y rápidamente volvió a estar a cero y tuvo que pedirle plata prestada al Peke, un mejor ahorrador.

La perspectiva de clase rodea a Ópera Fidelio como la M-30 al centro de Madrid. Este tema arde con particular intensidad en “War’z On” — canción semilla del disco que llevó a Ergo a descartar las anteriores y recalibrar el rumbo — . Sobre bajos gordos reminiscentes de las alcantarillas humeantes de “Hell On Earth”, Ergo deja claro que vive al interior de una guerra económica, a la que se le suma la racial. Si rapea que “tres durmiendo en literas” es porque era así. Y si rapea que se hartó de esperar es porque su madre no tenía dinero para darle y cuando tenía hambre ella le decía Pues bebe agua, hijo. “Nunca me han dado nada. Todo lo que he tenido ha sido por mis huevos. Ahora que tengo, le doy dinero a mi viejo. Por eso quiero hacer hincapié en que cuando no tienes dinero y pasas a tenerlo, puedes presumir sobre ello y no es clasismo. Por eso tengo varias barras de eso, es así”, sentencia.

Durante la escritura de Ópera Fidelio, Ergo Pro se encontró con momentos en los que se censuraba a sí mismo para evitar problemas. Quizás estaba rayado con un amigo y se desahogaba con rimas, pero luego lo consideraba y las tachaba. A lo mejor contaba una historia sensible de alguien del barrio a quien no le haría mucha gracia que se andara comentando eso por ahí, entonces elegía otro rumbo. Si se demora haciendo proyectos, explica, es porque todo lo que escupe es verdad.

— Hay gente que rapea mentiras. ¡Que es que son mentiras! Que sí, que la rima está muy guapa, pero es mentira. En España predomina la estructura de la rima sobre la realidad de la rima. Y está muy guapo, pero si sé que es mentira…

— ¿Crees que no tienen qué contar o qué pasa ahí?

— Acá en España la gente vive normal. Yo, como soy de África, tengo el struggle. Hay muchos problemas en barrios pobres, si eres un gitano, un negro o un español de un barrio. Como Elio Toffana, que dices Este pibe no está contando mentiras. Es que se nota cuando eres legítimo, cuando eres real.

Esa legitimidad que esgrime Ergo Pro no implica una coraza infranqueable. Al contrario, va de la mano con abrir el baúl de memorias y contar, en “Aon Wanna Kno”, cuando lo golpearon, lo hicieron correr y tuvo que esconderse. “Cuanto más mayor me hago sé que sé menos. Y cuando hablo de mí mismo muestro que no soy el más duro. Si hablas solo de lo chulo que eres es mentira, no es real. Creo que los raperos debemos educar a la peña para que sean buenos ciudadanos, busquen el conocimiento y tengan inteligencia emocional, ¿sabes lo que te quiero decir? Que no sean unos imbéciles”, explica. Hay un claro componente ético en su rap. Como dijo Omar en The Wire, un hombre debe tener un código. El que quiera, antiguo o nuevo, pero debe adscribirse a uno.

Haitiano. Así llamaban a Ergo Pro sus compañeros dominicanos en la primaria. Se dio cuenta temprano de que era la única persona negra en su entorno y cuando le tocaban el pelo, aunque fuera en buena onda, sentía que algo no funcionaba. Hoy en su música late una vena de autoconocimiento constante, de cuestionar y desaprender para poder seguir ampliando y afianzando su perspectiva, algo que viene desde Dogma. Y buena parte de esa perspectiva tiene que ver con temas de raza y racismo. “La Nana de los Morenos” está repleta de imágenes de poder negro, desde Huey P. leyendo a Mao en el Congreso hasta los puños en alto como forma de protesta. Si Ópera Fidelio tiene una geografía particular que lo aterriza en el sur de Madrid y no en otro lugar, también tiene una perspectiva racial determinada: es rap hecho por un hombre negro y orgulloso, como concluye con su último verso del disco.

Con las primeras preguntas sobre raza, Ergo levantó la vista y miró a su alrededor para buscar un referente que le permitiera pensar cómo su negritud se relacionaba con su españolidad. No encontró ninguno porque, recuerda, apenas era el inicio de la migración africana a España, donde la televisión solo mostraba negros como Eddy Murphy o Will Smith, pura diversión. Sin embargo, entre todas esas preguntas tenía claro que él no estaba para divertir a nadie. Su aprendizaje se dio de la mano del hip hop y de su curiosidad por escarbar e ir más allá. Recuerda el video de “Crime Saga” de Shabazz The Disciple como una gran influencia, así como Raíces, de Kunta Kinte, que le prestó su primera novia. Por la canción de Pete Rock conoció “Strange Fruit” de Billie Holiday. Llegó a “I’m black and I’m proud” de James Brown y al documental Black music: De cadenas de hierro a cadenas de oro. Toda esa información la tradujo al castellano para adaptarla a su situación específica. Solo hasta hace poco, admite, se ha encontrado con relatos de otras experiencias afrodescendientes en España.

En “Aon Wanna Kno”, Ergo fantasea con pagarles a sus papás el viaje que tanto sueñan a Milán. Es el sueño africano al que está destinado, al reino en tierra extranjera. Sus padres llegaron a España desde Nigeria en los años 90, en sus treinta y con una hija. Así, Ergo es el único de su familia en haber nacido en España. Ahora su padre está internado, tiene cáncer, pero desde la cama del hospital celebra cada concierto exitoso de su hijo. “Mi viejo siempre ha hecho que persiga mis sueños. Me decía Qué haces rapeando con todos tus amigos, tienes que ser como will.i.am. Y yo le decía Sí, viejo, sí, pero ese approach continúa: sigue tu sueño, profesionalizate y hazlo”. Su madre, por su lado, lo obligó a ir a la universidad. No aceptó el grado superior de ingeniería de sonido que propuso Ergo, un camino para poder mezclarse sus temas. No. En esta casa: universidad. Yo no he venido a este país para que tú seas conserje, sentenció.

— No iba a dejar que te quedaras echado en la cama, ¿o qué?

— Mi madre nos ha obligado a progresar. Mi hermana ha estudiado derecho, pero como tiene artritis reumatoide lo ha tenido que dejar. No se han matado por años para que yo me eche a fumar porros. En España la gente le da la solución de sus problemas a un leño, como dice Supa. Hay mucho conformismo acá. No hay esa ambición.

Es esa ambición con la que rapea Ergo Pro en Ópera Fidelio. Así como agrieta la visión de Madrid que acaba en el centro, hace lo propio con el proyecto de nación de fronteras rígidas. Su rap representa a todos los que llegan a Madrid desde otras partes del mundo para buscarse la vida, para perseguir un sueño. El suyo dialoga con el de su familia y se suman para potenciarse en uno mucho más grande.

“Tú, hay un chaval que es como tú de friki, broder. Le mola mazo el rap. Lo tienes que conocer”, le dijo a Ergo un día Salva One — el mismo con el que llega si se pone feo, como advierte en “War’z On” — . Era 2015 y Ergo y Salva rapeaban juntos, pero Salva tenía un hijo y una casa okupa que también funcionaba como peluquería y barbería, por lo que no podía dedicarse a fondo. Un día Ergo llegó a la peluquería y ahí estaba, “todo majo, buen chaval”, el tipo del que le había hablado Salva: Ill Pekeño, aunque todavía no se llamaba así. Es más, entonces no le dijo a Ergo que rapeaba, solo que hacía videos. Se hicieron amigos rápidamente y no fue sino hasta tiempo después que un día el Peke le dijo Broder, yo rapeo y le puso una maqueta suya con un beat de Alchemist que impresionó a Ergo por su timbre de voz y su estilo. Rápidamente surgieron los primeros en temas en conjunto, como “Hyperion” y “Pegaso”.

Para ese momento Ergo llevaba más tiempo rapeando, por lo que su movida tenía más peso, pero el Peke estaba entrenando en silencio. Y así como la primera vez, un día le dijo Me voy a hacer un disco, bro y le mostró “San Cucufato”, que abre el proyecto homónimo. Ala, chaval, pensó Ergo impresionado. Hicieron “Souvenir” y la gente les empezó a decir que eran la polla. Y ellos se sintieron la polla cuando hicieron “Souvenir 2” en Dogma. De nuevo llegó el anuncio del Peke de un nuevo disco, a lo que Ergo respondió Bro, vas a hacerte tu Cuban Linx y yo soy Ghostface Killah; el resultado fue Av. Rafaela Ybarra. De repente y sin planearlo, Ergo encontró a su dupla perfecta. “Me ha puesto a estudiar el cabrón. Afiló su pen game. Hacía tiempo que no tenía motivación lírica, ahora estamos todo el rato como ¡Buah! Mira. En ‘Calle Cortada’ me mataron y en ‘Desamparados’ dije Os voy a matar yo, desde el amor. El Peke se ha puesto las pilas que flipas. Estamos con una sinergia guapísima”, afirma Ergo.

Disco a disco, dieciséis versos a la vez, han construido un proyecto que logró lo que creían imposible: vivir del rap. “Esto es un sueño, tío, nunca pensé que fuera a pasar. Es rap underground. Lo hago por hobby, porque me gusta, pero para mí la vida real es cuando sales a la calle a trabajar. Todo esto es una abstracción mental”, afirma.

— Esa vida real igual es el tema de tu rap, ¿no?

— Yo hablo de la vida real y por eso dicen “Estos chavales han revitalizado el rap”. Claro tío, porque nadie decía verdades. Muchos punchlines, muchas “barras”, pero…. Por ejemplo la del ToteKing, toda la gente ha flipado con la barra de Alakazam. Estoy hablando de yonquis, tío, para mí tampoco es una barra tan loca, broder. Hay muchas mejores. Barra es hablar de tu hood.

— ¿Entonces crees que esa ha sido una razón del crecimiento de MG, que hablan de lo que no se hablaba?

— Yo creo que sí. Cuando saqué Bone Fortuna era todo trap, broder, y tonterías de beber lean, de me drogo todo loco. Y los que eran raperos ya estaban, pero Istmo no había salido y el Toffana había estado sacando coletazos. Esa sensación de rap serio que hemos tenido con el nuevo disco de Action Bronson, Roc Marciano o Nas, eso no había. Grimy shit, rap serio que te confronte, que te haga aprender. Por eso lo hicimos, tío.

Ergo conversa como rapea, con ímpetu y firmeza. Habla y, entre risas, se extiende en anécdotas, paréntesis y notas al pie de página. Dentro de sus palabras hay dos motivos que se mantienen constantes a lo largo de dos horas de charla. Primero, la importancia de ser real. Es un mandamiento al que vuelve más de una vez, que retiñe como fundamental en el rap. Segundo, resalta que quiere apagar cualquier pregunta que todavía esté pendiente sobre su calidad como escritor. Con la historia del sur de Madrid ya registrada en su música, quiere darle paso a su talento con el lápiz. Así concluye la entrevista, con una mirada hacia el futuro que augura buenos tiempos para los seguidores de la MG:

— Ahora hay que ser más artista. Ya hemos contado la historia del barrio, ahora quiero que vean mi lyrical greatness, mi pen game como Dano y Peke. Ahora estoy en una lyrical mission. Tengo esa hambre, estoy como en Hov en “Takeover”, quiero matar a todos. Estoy a punto de hacer un “How to Rob”, pero la gente no sé como se lo va a tomar. Como Kendrick en “Control”: os quiero a todos, pero os mato a todos. Yo considero que estoy al nivel de cualquiera en castellano, pero quiero demostrarlo, porque hay dudas todavía.

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Santiago Cembrano
Lenguaje Roto

Autor de ‘La Época del Rap de Acá’ y ‘Normas Rappa’ // Antropólogo. Escribo de rap, música y cultura.