Guerrita narra su distopía

Con Metrópoli, producido por Ciclo, el MC cordobés relata los males que detecta en la ciudad.

Santiago Cembrano
Lenguaje Roto

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En la primera maqueta de Guerrita, publicada cuando tenía dieciséis años, ya había un beat de Ciclo. Y aunque podría limitarme a contarte que el rapero y el productor cordobeses, afincados en Málaga, se conocen desde hace mucho, ese dato ilustra con mayor precisión lo profundo de sus vínculos.

Desde entonces han pasado veinte años, pero no han dejado de trabajar juntos. Luego de la introspección de Loto y papiro (2017), el primer álbum que firmaron Ciclo y Guerrita, llega Metrópoli, uno de los álbumes destacados del rap en español de 2023. El lanzamiento de Ruanda Records presenta a cada uno en la cima de sus capacidades. Las bases de Ciclo son un ejercicio de puntería a la hora de samplear y elegir baterías y bajos; así como de sensibilidad para crear atmósferas sobrias, con grietas opacas y azules, coherentes con las letras de Guerrita.

El veterano MC coge el lapicero y escribe críticas al estado de las cosas actual (“Metrópoli”), recuerda la cuarentena pandémica (“Two months in pyjamas”), se ríe de los que van de malos (“Luis Tosar”) y expresa su satisfacción ante la labor cumplida (“Ruanda dreams”). Cada rima te deja algo para pensar. “Ser tu jefe pa’ explotarte más que un jefe tiene tela”, rapea en “Mesura”, y así resume la ansiedad de varias generaciones de emprendedores y freelancers. “Tras la misma causa, moldes iguales”, rapea en “Caprichoso”, una colaboración con Elphomega, y te quedas pensando si eres libre. Y si el camello ya acepta Bizum, como señala en “All you can eat”, en la que presume de su baja forma física y su técnica envidiada, te preguntas si quizás hay ventajas con este mundo raro.

Antes de Loto y papiro, Guerrita estaba en un parón indefinido; no se había retirado, pero estaba fuera del juego. Entonces empezó a trabajar en Málaga, donde ya vivía Ciclo. Una visita al estudio con cervezas y algo para fumar llevó a otra, en la que Ciclo le mostró sus beats y Guerrita empezó a escribir. Fue natural, insisten, tanto que la raíz salió casi sin que se dieran cuenta. Cuando tenían cuatro o cinco temas decidieron hacer un álbum

Hacia 2019 empezaron a crear nuevas canciones para un nuevo proyecto. Descartaron muchos para que no fuera un Loto y papiro II, sino algo distinto. Mantuvieron la búsqueda abierta para el proyecto, que en un principio iba a incluir múltiples proyectores. Pero una vez encontraron el sonido, fue claro para ambos que Ciclo debía encargarse de toda la producción. Tres meses después, Metrópoli estaba listo. Alegría: el rap español celebra cuando discos tan bien cuidados emergen. Al estilo de Italo Calvino en Las ciudades invisibles, con Metrópoli podemos hablar de Málaga, Córdoba o tantas otras. Aplica para cualquiera hecha de miedos y deseos, o sea todas.

En noviembre de 2023, Guerrita presentó Metrópoli, respaldado por Ciclo, antes de que Escandaloso Xpósito hiciera lo propio con Perro verde. Fue un buen año para Ruanda Records. Antes del concierto hablé con él sobre su álbum y sus perspectivas.

Tus reflexiones alrededor de la plata, como cuando hablas de que le das amor precisamente a lo que no te da plata, fracturan el utilitarismo constante del rap, por eso me parecen tan valiosas. ¿De dónde salen?

Pues mira, tío, yo en 2008 estaba grabando un disco con Zona Bruta. Llevo haciendo rap desde que tenía quince años y ya tengo treintaiséis. Vengo a Barcelona y duermo en la casa de un colega, en un colchón hinchable. Tengo mi trabajo, pero saco tiempo pa’ tocar un poquito la guitarrilla, hacer mis raps y moverme lo que pueda por amor a la movida. Si se pilla algún duro, se pilla, y si no se pilla ninguno, no se pilla. Me rodeo de peña que tiene la misma filosofía de esto.

Por supuesto que intento profesionalizar la movida, me considero un profesional de esto, pero el amor que le tengo al hip-hop y lo que me ha dado, eso no está pagado por nada en el mundo. Y hasta que tenga ese amor lo voy a seguir haciendo, me de o no un duro. Es una vida dedicada a esto y es lo que me da vida, de verdad. A lo mejor ese chip cuesta más verlo en la generación de hoy en día. Pero nosotros venimos de ese espíritu, hemos crecido con esa filosofía y somos de esa generación. Yo sigo en esta movida después de veinte años independientemente del dinero. Está claro que a todos nos gusta que nos den una palmada en la espalda y un billetito en la cartera, pero hay muchas cosas que están por encima de eso.

¿A qué te referías con lo de “Yo no escribo cuentos, me pinto autorretratos / Porque no leeis el texto, solo mirais la foto” en “Metrópoli”?

Al fin y al cabo es como ahora mismo se lleva lo de capturar el momento con una imagen, la importancia del yo estuve allí, no del disfrutarlo. Estuve en ese evento, con esa persona, que aunque no sea mi colega, me hice una foto con él. Entonces ya que hoy importa tanto la imagen, va a llegar un punto en el que voy a intentar que lo que escribo sea una foto, porque es lo que tiene importancia, no lo escrito. El autorretrato lo ves. Quería jugar con el doble sentido para hacer esa crítica: sé que no vas a leer, solo te preocupa la fotito, entonces no te voy a dar el libro sino pintártela.

Igual en el rap es un recurso valioso poder generar esas imágenes y hacerlas tan vívidas, ¿no?

Yo le valoro mucho eso al Elpho, tío. Él es capaz de contarte una cantidad de películas e imágenes, que tú escuchas dos líneas y ¡boom! Las mejores líneas, las que más te pegan a ti ese pellizquito, son las que te llevan a un sitio y tú lo ves. La descripción y la rima son tan visuales que te marcan una movida, un sentimiento. Y cuando consigues que la persona vea lo que quieres reflejar, eso es un punto arriba.

Tú eres reconocido como un buen escritor de rap. ¿Cómo ha cambiado tu proceso de escritura desde que empezaste? ¿Cuáles son las últimas lecciones que has aprendido?

Supongo que, como todo el mundo, escuché y aprendí. No tengo una rutina para escribir, en eso soy bastante desastre: voy apuntando ideas o frases en el móvil y cuando tengo ganas y tiempo las ordeno, voy formando bloques. Con el tiempo intentas entender por qué ciertas canciones o ciertos rappers te gustan más y analizas su forma, su estilo, sus cadencias, sus acentos.

El contenido de lo que escribes va acorde a tu madurez y cómo vas formando tu identidad propia. Al principio eso es complicado, y tratas de hacer lo que hacen tus ídolos o sonar como ellos. Con el tiempo a mí me pasa todo lo contrario, intento desmarcarme de lo que idolatro. Cada uno tiene sus influencias, sus vivencias y cuando intentas ser otro, cometes un gran error, y además se nota mucho. Valoro mucho a la gente de verdad y es triste que haya que decir “gente de verdad”, porque ya te da a entender que abunda mucho lo contrario.

En “Metrópoli” también dices que ahora todos quieren tener jondura y vivir en el sur. Háblame más de esta idea.

Es una idea que está muy presente en los últimos años y es palpable. Quizás a raíz del fenómeno Rosalía, Tangana y compañía, cada vez está más de moda fusionar todo con flamenco y buscar una estética de lunares, sillas de enea y ambiente castizo; es decir, tratar de vender la estampa de lo “puro” y de lo “jondo”. Creo que no hay nada más puro que actuar acorde a lo que piensas sin pensar en el qué dirán los demás. No estoy en contra de ninguna fusión ni soy el abanderado de ningún género, pero si veo cierto interés comercial en ese acercamiento, con una finalidad meramente económica. Por otro lado, es normal que, estando rodeado de lo “artificial”, se busque la fuente de lo que se considera auténtico, pero huele regular en función de cómo se acerca cada uno.

La idea del estribillo de “Metrópoli” sale de un tema de Carlos Cano, “La hoguera”, que dice: “Algo pasa aquí, por el sur / Mucho sol y poca luz”.

En Loto y papiro miraste más hacia adentro, y acá hacia afuera. ¿Por qué?

A mí es verdad que me gustan mucho las distopías y, bueno, en los años que estamos la sociedad está rozando ya, o superando, las realidades distópicas de muchos libros. Hay decadencia. Entonces si Loto y papiro aspiraba a algo más personal, este disco era más hacia afuera. Quería describir, con ironía y creatividad, lo que vemos en la sociedad.

¿Cuáles distopías te han marcado?

Quizá leo más libros de novela histórica que de distopías, pero te das cuenta de que todos los grandes escritores de distopías tienen un gran conocimiento de la historia, y muchos de ellos se han aproximado con exactitud al futuro. Lo único que varía es la manera en la que la élite de la sociedad manipula al pueblo, los métodos de control social, pero los modelos se repiten.

Para cualquiera que se inicie, yo recomendaría la gran triada: 1984, de George Orwell; Fahrenheit 451, de Ray Bradbury; y Un mundo feliz, de Aldous Huxley. A mí también me gusta mucho Philip K. Dick, y por destacar algún libro suyo te diría Los tres estigmas de Palmer Eldritch o Ubik.

¿Cuáles son tus papeles favoritos de Luis Tosar? ¿Y qué otros actores españoles te gustan?

No soy muy cinéfilo, la verdad. Te diría Antonio de la Torre y las últimas pelis de Luis Zahera. En “Luis Tosar”, con Hugo (Escandaloso Xpósito) queríamos compararlo con aquellos que tienen una vida “fácil” y se pasan el día con la cara de “malos”. De sus películas recuerdo Celda 211 y Los lunes al sol.

Metrópoli, canción por canción

“Metrópoli”

Es un retrato de los tiempos que estamos viviendo: ritmo frenético, acumular cosas sin sentido, falsa autenticidad, lo superficial, taras y estrés.

“Mesura”

Habla de los planes para triunfar sin esfuerzo: aprenda a cantar en siete días, aprenda inglés con diez minutos al día. En lo musical, el formato single como medio para llegar arriba: la música con fecha de caducidad instantánea. Es decir, la tendencia a dar la papilla masticada, conceptos sencillos y sin trasfondo y videos cortos para atraer al público que no tiene ganas de pensar.

“Two months in pyjamas”

Encerrona durante la pandemia: dos meses en pijama.

“Luis Tosar”

Para los que van con la cara de malos y no disfrutan lo que tienen. Hay que alegrarse y dejar de hacer un papel que no es tuyo.

“Promesas nuevas”

El título lo dice: un toque en la espalda para dar impulso, auto refuerzo positivo, esperanza y energía para las fechas venideras.

“Diggin”

Mi homenaje a toda la peña que indaga en cualquier arte, por el disfrute personal. Va para los que comparten su conocimiento con el resto sin importar si reciben algo a cambio.

“Mil cuentos”

Narra una relación muy de estos tiempos. Al principio todo es pasión y entusiasmo. En la segunda parte del tema empieza el miedo al compromiso y ya no todo es tan bonito.

“A por el mediante”

Habla del ansia por tener más y más cueste lo que cueste. Es la inconformidad mal entendida, con un visión capitalista donde lo primero es la pasta.

“Caprichoso”

“Cadenita en la cintura que parece el Golden Gate”. Nuestros caprichos son más sencillos.

“All you can eat”

Esto es deporte: mantenerte en forma y pilla las que puedas.

“Ruanda dreams”

Este tema resume un poco la satisfacción de cuando ves que has hecho el curro en condiciones y estás a gusto contigo mismo.

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Santiago Cembrano
Lenguaje Roto

Autor de ‘La Época del Rap de Acá’ y ‘Normas Rappa’ // Antropólogo. Escribo de rap, música y cultura.